Aplicado al ámbito de la salud un pronóstico es una predicción o estimación del resultado, efectividad del tratamiento, probabilidades de recuperación y duración de una enfermedad. Cuando se diagnostica un cáncer siempre es difícil hacer un buen pronóstico. Hay muchos factores que están influyendo y es muy variable. Por eso hay personas que no quieren saber su pronóstico, para otros sin embargo, es más fácil enfrentarse al cáncer cuanto más saben sobre él. Para los médicos también es complicado hablar del tema.
En el cáncer, el pronóstico depende de tantas variables que es casi imposible hacer uno con exactitud. Pero el más importante es el tipo de cáncer que uno tenga. La manera de desarrollarse de los distintos tipos de cáncer es totalmente diferente unos de otros. Por ejemplo, el cáncer de mama y el cáncer de piel son enfermedades diferentes: crecen a distintas velocidades y cada una necesita su propio tratamiento. Por eso el pronóstico es tan variable.
Los factores que más influyen en el curso y el pronóstico de un cáncer son:
- Edad y estado general del paciente : a partir de los 60 años el pronóstico tiende a ser peor. Lo mismo ocurre con personas que no pueden desenvolverse con las actividades diarias.
- Tipo de cáncer y dónde se sitúa : como ya explicamos antes esta es la variable más importante. Y el pronóstico es tan diferente dependiendo del tipo de cáncer que a menudo no son comparables.
- Etapa del cáncer : el estadio o etapa nos dice el tamaño del tumor y si se ha propagado a otras zonas de nuestro cuerpo (diseminación). Las células cancerosas se dividen sin un orden establecido y generan masas de tejido que desplazan e invaden otros órganos.Además estas células a menudo se desprenden entrando en el torrente sanguíneo o en el sistema linfático. El resultado es que llegan a otros órganos o ganglios linfáticos y pueden formar ahí nuevos tumores. En general, cuanto más grande sea el tumor y más se haya propagado el diagnóstico será peor.
- Grado del cáncer : nos informa de como de anormales son las células al mirarlas a través de un microscopio. Se estudia su forma y biología. Esto nos da una idea de la rapidez a la que pueden dividirse, crecer y por tanto, la velocidad a la que se extenderá el tumor. Examinando el tejido y el tipo de células los médicos se hacen una idea de si el tumor es maligno o benigno. Según su morfología hay dos tipos de células: Las bien diferenciadas, que son células que se parecen a las normales y que crecen despacio; y las indiferenciadas: células muy diferentes a las originales, que incluso pueden faltarles estructuras.
- Respuesta del paciente al tratamiento : es imprescindible para una posible cura.
¿Podemos controlar estos factores para guiar el curso de la enfermedad a una posible cura?
Desgraciadamente estos factores no son modificables durante el transcurso de la enfermedad. Nosotros no podemos cambiar la edad que tenemos en el momento de inicio de la enfermedad, ni el tipo o grado del cáncer. Sin embargo, hay algunas circunstancias que nosotros si podemos modificar para llegar a la cura.
Sin embargo, actualmente hay un campo llamado psiconeuroinmunología que defiende que hay una conexión entre el sistema inmunológico y el sistema nervioso central. Los pioneros fueron Robert Aden y David Felten. Fue este último quien descubrió con un microscopio electrónico que las terminales nerviosas del sistema nervioso central sinaptaban (mandaban y recibían señales) de las células inmunológicas. Por tanto, él defiende que las emociones tienen una gran influencia en el sistema nervioso central, que es el que regula todo lo que pasa en nuestro cuerpo.
Entonces, ¿pueden las emociones ser la clave para la cura del cáncer? No. No debemos radicalizar. Las emociones influyen en el sistema inmunológico pero eso no significa que nos vayamos a curar si aprendemos a manejarlas. Pero, si es cierto que hay un factor de gran peso que podemos controlar: el estrés psicológico.
El manejo del estrés psicológico puede facilitarnos el camino hacia la cura
Se ha demostrado que el estrés psicológico que se mantiene en el tiempo afecta a la salud del paciente y su capacidad para enfrentarse al cáncer. De manera que las personas que son capaces de manejarlo tienen una mejor calidad de vida haciendo más llevadero el tratamiento (aunque esto no siempre signifique que vayan a vivir más tiempo). Hay evidencias que muestran que las preocupaciones y la angustia están ligadas a peores resultados clínicos.
Una posible explicación es que cuando estamos estresados nuestro sistema nervioso central segrega norepinefrina (noradrenalina) al torrente sanguíneo, prepara al cuerpo para enfrentarse a una situación de peligro, aumenta la frecuencia respiratoria, cardíaca, la presión sanguínea, etc. Como consecuencia también se promueve la diseminación de las células cancerosas a otras partes del cuerpo (metástasis) y la creación de nuevos vasos sanguíneos que riegan y alimentan los tumores (angiogénesis).
Aun quedan muchos cabos por atar y no hay pruebas definitivas pero lo que si está claro es que los pacientes que controlan el estrés psicológico no tienen tantos síntomas de ansiedad y depresión. Su calidad de vida durante y post tratamiento es mejor.
Finalmente, os dejamos algunas pautas para aliviar el estrés psicológico. No son la cura pero pueden ayudar a potenciar el tratamiento:
- Aprender técnicas de relajación y de manejo del estrés.
- Sesiones de grupo como una manera de buscar apoyo emocional y social : ya que hay personas que desgraciadamente carecen de ambos.
- Aumentar en los casos que sea posible la actividad física con ejercicio leve o moderado.
- Sesiones de orientación y educación hacia el cáncer.