El colesterol es un contenido lípido (graso) natural que tenemos todos en nuestro cuerpo. Aunque por "tener colesterol" entendamos algo malo, es una sustancia necesaria en el organismo en unos niveles estándar. La mayor parte del colesterol se produce en el hígado y se transporta hacia el resto de órganos del cuerpo a través de la sangre junto a las lipoproteínas. Estas son las encargadas de dividir el colesterol en bueno o malo para el organismo, según la densidad de las lipoproteínas. Si son de alta densidad (HDL- High Density Lipoprotein), hablamos de colesterol bueno.
Este colesterol bueno la función que realiza es recoger todo el colesterol no utilizado para llevarlo de vuelta al hígado y expulsarlo a través de la bilis, a diferencia del colesterol malo, que trabaja con lipoproteínas de baja densidad y que se acumula en las arterias.
La connotación negativa del colesterol se debe a ese colesterol malo que provoca problemas de sobrepeso e incluso enfermedades cardiovasculares, pero en realidad, como hemos comentado antes, el colesterol es una sustancia necesaria en nuestro organismo, y disponer de altas dosis de HDL (colesterol bueno) puede prevenir muchas de esas enfermedades.
Estudios médicos dictaminan que hay personas que tienen este colesterol en alta dosis en el cuerpo de forma genética desde que nace, mientras que otras personas tienen que desarrollarlo a través de dietas o ejercicio. Estos estudios también dictaminan que las personas con bajos niveles de colesterol bueno son más propensas a sufrir ataques cardiacos o incluso ictus, mientras que si se tienen altas dosis, puede funcionar incluso como protector frente a estos problemas. Además, el HDL puede tener otras funciones para el cuerpo como ser un gran antioxidante, antiinflamatorio y antitrombótico.
Los niveles saludables de HDL son de más de 50 mg/dL para mujeres y por encima de 40 mg/dL para hombres. Aún así, se conoce que cuanto mayores sean estos niveles, más protección ejerce el colesterol para el organismo, por lo que se recomienda tenerlo por encima de los 60 mg/dL.
Alimentos y hábitos recomendados
Aunque el colesterol sea una sustancia producida por el hígado, existen factores externos que ayudan a aumentar estos niveles de HDL, entre los que se encuentran algunos alimentos y algunas rutinas saludables:
1. Evitar o al menos reducir las grasas saturadas, ya que en ellas se encuentra casi siempre la consecuencia del aumento del colesterol malo, lo que a su vez provoca la disminución del bueno. A la vez que reducimos el consumo de grasas saturadas, debemos aumentar la ingesta de aquellos alimentos bajos en este tipo de grasas. Ejemplo de ellos son las aceitunas o los frutos secos como los cacahuetes.
2. También es importante para el colesterol bueno consumir alimentos ricos en ácidos grasos y Omega 3 como el pescado, cuanto más azul mejor.
3. Las frutas y verduras son buenas para bajar los niveles de colesterol malo, entre las que habría que destacar la zanahoria, la cebolla, el ajo y las manzanas.
4. El aceite de oliva, producto estrella de nuestra dieta mediterránea es un elemento clave para ayudar al colesterol bueno como aliado para proteger nuestro organismo de enfermedades cardiovasculares.
5. Además de todos estos alimentos consumidos de forma regular en una dieta equilibrada, los expertos médicos aseguran que es necesario hacer ejercicio para aquellas personas que tienen problemas con su colesterol, ya sea por tener desarrollado un LDL alto genético o derivado de mala dieta (colesterol malo que puede llegar a provocar infartos), o por necesidad de aumentar el HDL para prevenir enfermedades. Caminar todos los días y hacer ejercicio aeróbico puede hacer aumentar el colesterol bueno hasta un 5% en los adultos. La pérdida de peso también será una cuestión clave a la hora de rebajar los niveles de colesterol bueno, algo que a la larga beneficiará al HDL de nuestro cuerpo.