Seguro que muchos de nosotros hemos notado ese extraño dolor en mitad de la noche que te despierta de un golpe porque una contractura en la pierna no te deja dormir. Son los llamados calambres nocturnos, y no son más que eso, contracturas en los músculos de la pierna de origen benigno que aparecen siempre en estado de reposo, pero que provoca unos dolores muy fuertes. En la mayoría de los casos ocurre cuando estamos durmiendo, ya que es la situación de reposo más pleno, pero también puede ocurrir cuando estamos relajados en el sofá, afectando sobre todo al pie y la zona de la pantorrilla.
Es un espasmo del músculo que ocurre cuando menos te lo esperas y sin síntomas previos, y puede durar entre unos treinta segundos y algunos minutos, hasta que el músculo vuelve a su posición habitual y la tensión del momento se ha pasado. No existe una edad concreta a la que se produzcan, ya que puede afectar a cualquier persona. Sin embargo, los estudios realizados sobre el tema han revelado que es más frecuentes en las personas de media edad adulta o tercera edad.
No se debe confundir el calambre nocturno con el síndrome de las piernas inquietas, ya que en este último caso no se trata de un dolor intenso, sino de un problema neurológico que afecta a las piernas con un hormigueo y picor que no se alivia si no es moviéndolas. En el caso del calambre nocturno, la pierna se queda prácticamente inmovilizada por el dolor y la sensación de rigidez y endurecimiento.
Causas del calambre nocturno
No existen una causas científicas determinadas sobre por qué se producen estos calambres nocturnos, pero sí se conocen algunos hábitos diarios que pueden llegar a hacer que las piernas sufran este tipo de daños o que en las personas que lo suelen sufrir, se incrementen:
- Embarazo : aunque no sea un hábito diario si no una situación especial, hay que tener en cuenta que las mujeres que se encuentran en este momento de sus vidas pueden llegar a tener más tendencia a sufrir un calambre nocturno debido a un déficit del movimiento sanguíneo, que además es mucho más calmado en las horas de sueño.
- Exceso de ejercicio. En el caso contrario nos encontramos a las personas que por alguna razón han tenido que hacer un sobreesfuerzo. No nos referimos a altos deportista, ya que estos tienen el organismo acostumbrado, si no a un sobreesfuerzo puntual, aunque a los altos deportistas también puede ocurrirles si han tenido un mal estiramiento.
- Deshidratación y dieta desequilibrada. Unos bajos niveles de algunos nutrientes como el calcio o el potasio pueden llegar a afectar y que aparezcan estas molestias. También influye el consumo de alcohol o abuso de bebidas con cafeína.
- Enfermedades como la anemia o la diabetes también puede acrecentar la aparición de los calambres nocturnos mientras descansamos.
- Una simple mala posición de las piernas al dormir llega a producir este "tirón" muscular.
¿Cómo prevenirlos?
Debido a que las causas principales de la aparición de los calambres nocturnos se debe a algunos fallos en nuestra actividad diaria, basta con tener un cambio en esta rutina para que podamos prevenir esta molestia en la medida de lo posible. Esto no significa que si seguimos estas pautas nunca vayamos a padecerlos, pero sí ayudaremos a que las posibilidades sean mucho menores.
El primer paso a seguir es tener una dieta saludable y equilibrad a y una hidratación óptima. Incluir en nuestra alimentación mucho calcio, potasio y fibras, además de entre 6 y 8 vasos de agua al día.
Realizar ejercicios diario para que las piernas tengan una rutina de movimiento, pero sin que estos sean excesivos. Sobre todo cuidar los estiramientos antes y después del ejercicio para que los músculos no sufran daños que a la larga nos puedan producir esta dolencia. Si es posible, realizar ejercicios en bicicleta estática en las últimas horas del día.
El calzado también nos afecta en el sufrimiento de nuestras piernas, por lo que es mejor llevar siempre los zapatos más cómodos posible, sobre todo si vamos a estar largos períodos de tiempo de pie. Evitar en la medida de lo posible los zapatos que nos aprieten y los tacones demasiado altos.
En el caso en que pese a las prevenciones, se nos produzcan calambres nocturnos mientras estamos dormidos, lo primero que hay que hacer es no perder la calma e intentar relajarse para que el músculo no adquiera más tensión. Tras esto realizar pequeños masajes y estiramiento s para que el músculo vuelva a su posición habitual y si es necesario dar un baño de agua caliente o aplicar una compresa de hielo.