No hay muchas enfermedades que se puedan transmitir de animales a humanos, pero la rabia canina es una de ellas. Si un perro que tiene la rabia (o un lobo, zorro, gato, chacal, mofeta, murciélago...) muerde a un humano, hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que la persona acabe desarrollando la conocida comúnmente como rabia canina. Si tan solo hay un cincuenta por ciento de probabilidades de infección, y si solo se transmite de animales infectados, ¿por qué se le tiene tanto miedo a la rabia canina? La respuesta es sencilla: es porque estamos hablando de una infección viral que es mortal.
La rabia canina se propaga mediante la saliva cuando esta penetra en el cuerpo de un ser humano sano. Normalmente es tras una mordida, aunque se han dado algunos casos en los que no ha sido necesario siquiera que el perro mordiera al humano para transmitirla. Una vez que la saliva se encuentra dentro del cuerpo, la rabia se propaga rápidamente desde la herida en sí hasta el cerebro, donde comienza a causar una infamación. Es a causa de esta inflamación en el cerebro que comienzan a notarse los síntomas de la enfermedad.
En países más desarrollados, lo habitual es que tanto los perros como los gatos, o cualquier otro animal que esté en contacto directo con el ser humano y pueda transmitir la rabia, estén vacunados. Aún así, se pueden dar casos cuando hablamos de animales salvajes, como los zorros o los murciélagos. No obstante, si algún mamífero salvaje te ha mordido y dudas sobre si podría haberte contagiado la rabia, debes acudir rápidamente a Urgencias y contar lo sucedido. No te preocupes por parecer exagerado, puesto que cuando se habla de la rabia canina es mejor prevenir que curar; sobre todo porque los casos en los que este virus se cura una vez que comienzan los síntomas son los menos.
¿Cuáles son los síntomas de la rabia canina?
A partir de que un perro con rabia muerda a un ser humano, comenzará el llamado periodo de incubación. Este periodo no tiene una durabilidad determinada, aunque el promedio sea de veinte días, porque se han dado casos en los que dura tan solo cinco días y otros en los que se extiende por un año. Podría notarse en la herida o podría no hacerlo, pero es importante que en este punto se hagan las pruebas pertinentes para comprobar que no ha habido infección.
Una vez que finaliza el periodo de incubación, la persona notará los síntomas durante unos cuantos días. Entre los síntomas se encuentran algunos que son bastante claros: comenzará con cansancio, fiebre, cefalea, pérdida del apetito, ganas de vomitar y una sensación de hormigueo en la zona donde se haya producido la mordida en cuestión. Estos síntomas durarán en torno a una semana, y serán muy fáciles de confundir con otras enfermedades. Cuando pase una semana, comenzará lo que se conoce como fase neurológica, donde el paciente notará a la vez síntomas físicos y psicológicos; los físicos estarán relacionados con dificultades claras a la hora de tragar y desorientación.
Por otra parte, el enfermo también tendrá alucinaciones tanto visuales como olfatorias, convulsiones e incluso periodos en los que se mostrará muy excitada. Entre el 17% y el 50% de los casos podrían llegar a mostrar hidrofobia (miedo al agua), y en el 20% de los casos aparece también una especie de parálisis. Lo habitual es que, además, se note ansioso, depresivo, tenga arranques violentos y ganas de atacar a cualquier persona que esté cerca. Como se puede ver, son síntomas no solo evidentes, sino también extremadamente preocupantes todos ellos; quizás al principio se pudiera confundir con una gripe o una indigestión, pero si se asocia rápido con la mordida, es fácil diagnosticar una rabia canina.
Tras todos estos síntomas, suele aparecer uno último que, además, tiende a marcar el final de la vida del paciente: el coma. Una vez entran en coma, los enfermos suelen morir de paro cardíaco en un periodo breve de tiempo. Desgraciadamente, es muy difícil que una persona con rabia canina se mantenga con vida si no se trata justo después de haberse producido el mordisco del perro en cuestión; los casos que se han registrado de supervivientes son los menos.
No existe un tratamiento para la rabia canina
Actualmente , no hay ningún tratamiento específico que sea capaz de curar a un humano que haya sido infectado por un perro con rabia. Lo único que se puede hacer si la persona comienza a presentar síntomas es tratar de paliarlos de la mejor forma posible; y si bien es cierto que esto no es demasiado complicado en un sitio médico adecuadamente preparado, no garantiza en absoluto que la persona vaya a continuar con vida. El virus continuará creciendo, porque no hay nada que lo frene; no tiene cura.
Si se detecta el virus en la fase de incubación, es decir, justo tras haber sido mordida la persona por el perro y sin que los síntomas comiencen, se puede administrar inmunoglobulinas y proporcionar una vacuna contra la rabia canina. En ese caso, lo más probable es que la persona se cure sin más secuelas. Desgraciadamente, si se detecta cuando ya han comenzado los síntomas, la tasa de fallecimientos supera el noventa y nueve por ciento de los casos.
La única forma real de sobrevivir a la rabia canina es evitarla, o detectarla incluso antes de que el cuerpo comience a percatarse de ella. Para evitar la rabia es importante tener mucho cuidado con los animales de sangre caliente salvajes que pueda haber por la calle, o por zonas apartadas. No siempre es evidente que están enfermos y, sobre todo, recordemos que uno de los síntomas de la rabia suele ser la violencia, con lo cual atacarán sin pensarlo. Además, es fundamental tener a las mascotas con las que se comporta el hogar vacunadas de la rabia siempre, independientemente de que salgan o no de casa. Nunca sabemos qué podría pasar, y en estos casos es mejor prevenir que curar... Sobre todo porque curar es imposible.