La adicción al sexo o hipersexualidad es una conducta adictiva que se da en personas que tienen aumentada su libido y aumentan desproporcionadamente su actividad sexual, ya sea mediante encuentros sexuales, masturbación o visionado de pornografía. También se le llama comúnmente ninfomanía en las mujeres o satiriasis en los hombres.
En las películas y otros medios de comunicación a veces se habla muy a la ligera de esté término, pero lo cierto es que es un problema muy grave que sufren estas personas y que interfiere notablemente en todos los aspectos de su vida. El sexo se vuelve algo incontrolable e invade otras áreas de su vida, como el trabajo, familia y amistades, de manera que la persona no piensa en otra cosa que no sea sexo, sin saber cómo controlar la situación. No se puede hablar de la adicción al sexo como un trastorno psicológico si no como una adicción pero con unas particularidades distintas. Aquí no media ninguna sustancia como en las drogodependencias, aquí la conducta es la adicción en si misma, al igual que ocurre en otras adicciones como el juego patológico, adicción a la comida o todo el espectro referente a las nuevas tecnologías.
Señales de una adicción al sexo
¿Cómo podemos saber si el comportamiento respecto al sexo de una persona es anormal o simplemente estamos ante una "persona promiscua"? En general hablamos de una adicción cuando interfiere en la vida de la persona de forma significativa, causándole consecuencias en los aspectos sociales, laborales (o académicos) y familiares. A continuación te dejamos las señales que te dirán si existe una adicción al sexo, basadas en los criterios que se utilizan para el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) realizado por la APA (Asociación de Psiquiatría Americana):
1) La actividad sexual tanto física como mental de la persona es desproporcionada, es decir, demasiado frecuente. La persona hace lo posible por tener cuantos más encuentros mejor. También tiene obsesiones de alto contenido sexual que están continuamente rondándole la cabeza, sin poder pararlas. Normalmente con cosas que le gustaría hacer o planificando su día para incluir en él esas actividades.
2) La persona se propone parar o reducir la conducta sexual pero le es imposible ambas.
3) El adicto muchas veces lleva una doble vida manteniendo en secreto su adicción, eso le lleva a mentir y ocultar a los demás.
4) Su cuerpo sufre tolerancia. Es decir, con el tiempo la persona aumenta la frecuencia e intensidad de las relaciones para obtener el mismo grado de placer que obtenía antes con mucho menos. Por ejemplo, un consumidor de pornografía tenderá a aumentar el tiempo en el que está dedicado a esto o buscar pornografía "más dura" para poder estimularse como antes y así el mismo grado de placer.
5) Existe abstinencia. En caso de no poder tener relaciones sexuales la persona sufre los síntomas típicos de abstinencia que tiene la persona que sufre una adicción: ansiedad, insomnio, dolores en la cabeza y otras partes del cuerpo, irritabilidad, depresión, etc.
6) La persona pasa mucho tiempo planificando y buscando nuevos encuentros sexuales, por lo que acaba dejando de lado otras obligaciones como el trabajo, los estudios, etc.
7) Hay una interferencia significativa en otros aspectos de su vida. Como consecuencia de gastar tanto tiempo y esfuerzo en mantener ese nivel de sexualidad la persona acaba dejando de lado otras prioridades como la familia, trabajo, amigos... Por ejemplo, deja de quedar con los amigos, falta al trabajo, apenas pasa tiempo con la familia...
8) Se mantiene la conducta sexual a pesar de las consecuencias negativas. Algunas de las consecuencias son: riesgo de sufrir enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, problemas con la pareja, pérdida de custodia de los hijos, pérdida de trabajos, denuncias, etc. Al principio el paciente no suele ser consciente de lo mucho que le está dañando su adicción, pero con el tiempo se da cuenta de que tiene un problema, cuando algunas de estas consecuencias son tan importantes como ineludibles.
¿Cuáles son las causas?
Como en toda adicción las causas no se saben con precisión, hay varias teorías pero ninguna lo explica al 100%. Desde un punto de vista neurológico se habla de un fallo a nivel cerebral en el circuito relacionado con la recompensa, supuestamente por un déficit de dopamina. Este mismo fallo también se encontraría en los adictos a otro tipo de conductas o sustancias. Sin embargo, no todos los adictos al sexo tienen un déficit de este neurotransmisor. Muchos empiezan a serlo porque la forma que tienen de gestionar su malestar interno es mediante el sexo. Cuando practican sexo o se estimulan de esa forma el núcleo accumbens obtiene un exceso de dopamina que genera placer en la persona. Como consecuencia del aprendizaje el cuerpo acaba asociando el sexo como una forma de obtener placer y acabar con ese malestar interno, se va reforzando esa conducta y se acaba convirtiendo en una necesidad. El sexo pasaría a ser como un fármaco que alivia los síntomas de una enfermedad pero que nunca llega a cuidar. La persona que acude a terapia se acaba dando cuenta de que realmente tiene un problema más profundo y que lo que hace con el sexo es taparlo temporalmente. El adicto al sexo suelen ser personas que tienen una carencia o necesidad afectiva, se sienten solos, incomprendidos, con un vacío existencial... que llenan a través de la sexualidad.
Busca ayuda
En definitiva, si te sientes identificado con estos síntomas o sospechas que alguien cercano a ti puede tenerlos no lo dudes y pide ayuda a un psicólogo o sexólogo. Aunque las conductas adictivas no son tan peligrosas potencialmente como las adicciones a sustancias lo cierto es que son muy disruptivas y generan mucho malestar tanto a la persona como a sus seres queridos. Podemos pensar que son más fáciles de superar en comparación que los que sufren drogodependencias, pero lo cierto es que no. Un alcohólico o cocainómano puede decidir no tomar más droga, pero un adicto al sexo o a la comida lo tienen casi más complicado porque ambas conductas forman parte de la vida cotidiana de las personas y las probabilidades de recaer son altísimas. Por eso, es casi imposible salir de ellas sin ayuda profesional. El primer paso para la curación es reconocer el problema y dejarse ayudar.