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Cómo ser feliz teniendo una enfermedad

Cómo ser feliz teniendo una enfermedad
Maria del Carmen Roldán Prieto
Última actualización: 28 Diciembre 2018
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¿Es posible ser feliz si estás padeciendo una enfermedad? Descubre cómo intentar llevarlo lo mejor que puedes.

La vida después del "día D" (el día del diagnóstico) parece muy diferente a la que tenías antes de ser diagnosticado o diagnosticada. Las personas a tu alrededor, los colores, los olores, las emociones... Todo cambia de repente, pero sin embargo, la vida no tiene por qué ser triste mientras recuperas tu salud.

Cuando enfermamos, ya sea por una gripe o por una enfermedad grave, es fácil dejarnos abatir por el pesimismo. Pero para el proceso de sanación es importante que nuestro ánimo sea positivo porque esto acelera la curación. No hay que olvidar que ante una enfermedad, es nuestro cuerpo físico el que está enfermo pero nuestra mente continúa sana, por tanto, es muy importante no dejarse vencer por la desesperanza.

Consejos para mantenerse positivo ante la enfermedad

Conservar el ánimo cuando nos dan una mala noticia relacionada con nuestra salud es una tarea difícil que requiere de mucha introspección para poder valorar como se merecen todas las cosas buenas que forman nuestra vida. Por tanto, esperamos que estos consejos te sean de mucha ayuda si estás enfermo o enferma y sientes que la tristeza se apodera de tus pensamientos.

  • Recuerda lo más importante: Tu cuerpo está enfermo, no tu cerebro. La conexión entre cuerpo y mente es importante, pero también es importante dejar que el más fuerte dirija las situaciones según el momento. Hay que recordar que no es un requisito indispensable el de sentirse triste porque se esté enfermo o enferma. Es necesario marcar la diferencia entre los dolores físicos y los emocionales. Los pensamientos de lástima o autocompasión como "pobre de mí" sólo harán que el dolor físico se acentúe, así que no niegues tu dolor porque es real y lo sientes, pero que tus pensamientos no te victimicen hasta el punto de impedirte disfrutar de otras cosas, como la compañía de tus seres queridos, una taza de chocolate caliente o la lectura de un libro.
  • Tu cuerpo está enfermo, no tu cerebroTu cuerpo está enfermo, no tu cerebro
  • Cuida tus sentidos. Puede parecer raro, pero percibir sensorialmente cosas agradables tiene efectos positivos en nuestra mente, haciéndonos sentir más feliz. Que tu espacio personal esté ordenado y limpio, que la luz sea suave, que huela bien, escucha música que te relaje... Son detalles que sin duda beneficiarán a tu percepción positiva del entorno y tu cuerpo se relajará.
  • Busca cosas que te animen. No es necesario ponerse a comprar todo aquello que te apetezca para sentirte mejor, pero puedes mirar entre las cosas que ya tienes y ver si te aportan algo positivo o negativo. Por supuesto, si estás enfermo o enferma, ¡descarta todo lo negativo! Busca esa película que tanto te gusta, lee ese libro que te emociona, llama a esa(s) amiga(s) o a ese(os) amigo(s) que siempre te saca(n) una sonrisa... Rodéate de cosas y personas que te sumen, sin duda te ayudarán a ser cada día un poco más feliz.
  • Aliméntate bien. Además de acelerar tu recuperación gracias a una buena nutrición, comer de manera saludable mientras se está enfermo impide que tengas ese sentimiento de culpabilidad cuando comes cosas que sabes que no debes comer. Es decir, opta por la comida casera y evita helados, bollería, patatas fritas de bolsa... y todo aquello que te hace sentir bien en el momento de consumirlo pero mal después de habértelo comido.
  • Bebe mucha agua. El agua es vital para nuestro organismo, especialmente si estamos enfermos. El agua hidrata tu cuerpo y eso hace que tus células estén en una condición óptima para luchar contra virus y bacterias. Además, también ayuda a tu cerebro a contrarrestar los pensamientos negativos haciéndote sentir más positivo y feliz. Aunque parezca mentira, el estado de ánimo depende mucho de tener una hidratación adecuada y es fácil olvidarse de beber agua cuando se está enfermo. Pero el agua es fisicamente esencial y emocionalmente enriquecedora, por tanto, bebe la cantidad diaria recomendada de agua aun sin ganas, tu cuerpo y tu mente lo notarán.
  • Mira cosas bonitas. Este punto es bastante personal, pero me puedo poner como ejemplo para que te hagas una idea de a qué me refiero con "cosas bonitas". Cuando estoy enferma o me siento deprimida me resulta relajarte ver fotos de lugares que conozco y que me gustan y me transmiten paz, ver esas imágenes es como transportarme a aquellos lugares. Estando en casa, me produce el mismo efecto observar a mi mascota, ver su tranquilidad, que se relaje conmigo y poder acariciarla... Es un momento habitual lleno de ternura que estando enferma pienso que se aprecia mucho más. Si puedo salir de casa entonces me gusta ir a parques y lugares naturales. Me gusta mucho la naturaleza y ver la vida de los árboles, las flores, los pájaros, un río si es posible... Sin duda ver la belleza que puede tener el mundo, incluso cerca de casa, hace que mi mente se vuelva más positiva y, en consecuencia, que yo me sienta más feliz. Quizá para ti funcione lo mismo, o no, pero hay que encontrar "eso" que haga que tu percepción del entorno cambie aunque sea por un rato, que te haga olvidar la enfermedad.
  • Hay mucha gente que descuida la higiene cuando se pasa por una enfermedad,Hay mucha gente que descuida la higiene cuando se pasa por una enfermedad,
  • ¡Báñate! Hay mucha gente que descuida la higiene cuando se pasa por una enfermedad, pero la dejadez personal no una buena táctica para hacerte sentir mejor a ti mismo. Aunque no salgas de la cama, aprovecha algún momento del día para darte una ducha, o un baño, porque aunque no lo creas, las células de la piel liberan pequeñas endorfinas al contacto con líquidos tibios y las endorfinas te hace sentir más feliz. Por tanto, dúchate o báñate también cuando estés enfermo o enferma, te sentirás como nuevo a pesar de la enfermedad.
  • Cámbiate de ropa. Puede parecer una tontería, pero tu cerebro notará el cambio si tu ropa es diferente cada día. Tu mente hará que te veas más como una persona en proceso de recuperación que como una persona enferma, y eso evidentemente te hará sentir más feliz. Es un acto sencillo, casi insignificante, pero que seguro te aportará beneficios porque te sentirás mejor contigo mismo o misma. También será importante si cambias las sábanas de tu cama, si es ahí donde pasas la mayor parte del día. La idea es que te sientas limpio o limpia donde estés.
  • ¡No te aisles! Desconectarse del mundo exterior es probablemente la mayor parte de las personas hacen cuando están enfermas, pero es un gran error. En la mayoría de los cosas se suele desconectar para no preocupar a amigos y familiares, piénsalo detenidamente, si estás enfermo o enferma, ¿por qué tiene que ser malo que se preocupen los demás un poco por ti? ¡No es nada malo! Al contrario, es el momento adecuado para que las personas que te quieren te demuestren su amor, así que déjate querer. Llama o escribe a quien te apetezca, cuéntales cómo te sientes y si te quieren ayudar, no rechaces su ayuda automáticamente, acéptala y agradécela. Naturalmente apreciar y valorar esa preocupación y ese calor humano que te brindan te hará sentir inmensamente feliz porque serás consciente de lo maravillosas que son las personas que forman parte de tu vida.
  • ¡Ríete! ¿Cuántas veces has escuchado eso de que "la risa alarga la vida"? ¡Espero que muchas! Especialmente porque aunque la risa no sea la medicina perfecta, sus beneficios son innegables. La alegría que nos proporciona la risa eleva nuestro ánimo y eso mejora la salud.
  • Llora si te apetece. Buscar estar feliz no significa negar tu enfermedad, y siempre puede haber momentos de debilidad o de agotamiento tanto físico como mental, todos nos cansamos de estar enfermos en algún momento. Llorar puede ser un acto de catarsis, que te haga expulsar lo negativo que llevas dentro y que, una vez expulsado, te sientas mucho mejor. Por tanto, si quieres llorar, llora, pero no permitas que el llanto se convierta en un caldo de cultivo para pensamientos inútiles como "¿por qué me pasa esto a mí?", nadie es culpable de tu enfermedad. Todos vivimos en un cuerpo que es susceptible a enfermedades y lesiones, por lo que es mejor centrarse en la recuperación que en lo que te llevó a esa situación.

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