El seroma es una complicación que puede surgir a personas que se han sometido recientemente a una intervención quirúrgica en la que se ha llevado a cabo una cicatriz cutánea. No surge así en caso en las que la intervención se ha realizado a través de una laparoscopia, sino en las que hay una marca de un tamaño considerable.
Esta complicación surge cuando tras la intervención, se acumula líquido por debajo de la piel, en las capas que quedan entre la superficial y la que ha sido manipulada en la intervención, por lo que es mucho más frecuente cuando se han realizado intervenciones derivadas de cirugías plásticas, como las liposucciones, las abdominoplastias o las intervenciones mamarias tanto por aumento o disminución del pecho como por mastectomía. También existen casos en los que se ha producido un seroma tras haber dado a luz mediante cesárea.
El seroma suele aparecer en las dos semanas posteriores a la intervención y en muchos casos el líquido acumulado es reabsorbido de forma natural por el organismo, pero existen otros casos donde no se reabsorbe, pudiendo llegar a dar paso a otras complicaciones como la infección.
Causas del seroma
Como ya sabes, el seroma es la complicación de una cicatrización en la que hay parte del tejido de la piel que no ha llegado a cerrar bien. Esto ha provocado una bolsa donde se deposita líquido del interior del organismo, principalmente suero.
Es muy común en intervenciones donde el corte que se ha tenido que realizar ha sido de gran tamaño, ya que es mucho más complicado cicatrizarse para el interior de la piel. Entre las distintas capas que forman la piel pueden quedarse huecos que son los que en las primeras semanas tras la intervención se llenarán de ese líquido del que hablamos.
No existe ninguna causa concreta ni ninguna forma de evitarlo ya que es algo muy común en todo tipo de intervenciones, tanto que algunas personas los padecen sin ni siquiera ser conscientes. El tratamiento que se le dé y las posibles complicaciones que se puedan producir harán que sea algo pasajero o que necesite de otra intervención médica como una punción para eliminar ese líquido sobrante.
Existen casos en los que no se trata el seroma y éste se encapsula, dejando una inflamación bastante dura en la zona de la cicatriz que hace que sea antiestética y mucho más difícil de recuperar.
Signos y síntomas
El seroma es muy fácil de identificar y deberás estar atento, sobre todo si te has sometido recientemente a algún tipo de operación con cicatriz.
El principal síntoma es que la zona que rodea a la cicatriz se encuentra más inflamada y enrojecida de lo habitual, además de mostrar picor y escozor. Esta zona además estará elevada, marcándose más aún la línea que la cicatriz deja en tu piel, que será de un tacto muy suave.
En algunas cicatrices se puede incluso observar como el líquido acumulado en la zona supura a través de ella. Normalmente este líquido no contiene nada de sangre, por lo será más difícil de identificar al tener un color muy claro, transparente o amarillo muy suave.
En la mayoría de los casos de seroma además se presenta una subida de temperatura en la zona afectada, además de mucho dolor en todo lo que rodea a la zona donde se ha realizado la intervención. Esto no tiene por qué suponer fiebre en el paciente, ya que la temperatura solo se verá afectada en los alrededores de la cicatriz.
Hay que tener en cuenta que ante cualquier intervención es muy posible que se muestren otros síntomas muy relacionados con el seroma y que no signifiquen su diagnóstico. Cualquier intervención provoca inflamación y dolor durante las primeras semanas, sin que esto suponga una complicación o problema en la recuperación. Por eso acude a las revisiones periódicas indicadas por tu cirujano y observa el transcurso de los días posteriores y ante la primera duda, no dudes en preguntar a un especialista para realizar el tratamiento oportuno.
Diagnóstico y tratamiento
La mayoría de los casos de seroma son diagnosticados por los propios cirujanos en las revisiones periódicas postoperatorias, donde se realiza un examen físico exhaustivo de la zona para evitar estas complicaciones. En el caso en que el diagnóstico sea positivo, se llevará a cabo un tratamiento u otro dependiendo del grado de complicación que éste presente.
En los seromas más leves, el cirujano puede optar por la opción de esperar hasta la próxima revisión para comprobar si el seroma se ha reabsorbido por el propio cuerpo. En este caso, no es necesario realizar ningún tratamiento que ayude a ello.
En otros casos, es necesario un drenaje a través de la punción de la cicatriz para, a través de una aguja o jeringa, extraer ese líquido anclado y que la zona quede limpia. Para los pacientes con mucho dolor en la zona, el médico puede administrar medicamentos como antiinflamatorios o analgésicos.
Para los seromas más leves, donde se ha producido un encallamiento, puede ser incluso necesaria una nueva cirugía que estimule la eliminación del líquido de forma natural mediante ultrasonidos.