En la sociedad hay personas que están diagnosticadas con claustrofobia y otras personas que pueden tener este trastorno pero que han adaptado su vida para que no les cause mucho problema, aunque si se dejan llevar por las interacciones sociales es más que probable que acaben teniendo algún tipo de problema. En este sentido, una persona que tiene claustrofobia necesitará atención médica y mental lo antes posible para poder tratar sus miedos y que de esta manera pueda mejorar su calidad de vida lo antes posible.
La claustrofobia es un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo irracional a los espacios cerrados o pequeños. Un paciente claustrofóbico no teme estar en espacios cerrados, sino las consecuencias negativas de estar en ese lugar en concreto, su mente comienza a pensar en todas las posibilidades peligrosas que podrían ocurrir si permanece en ese sitio por lo que le comienza a entrar mucha ansiedad, una ansiedad paralizante que le llena de angustia.
Algunas de estas temidas consecuencias pueden incluir restricción, bloqueo emocional y asfixia. Un paciente claustrofóbico puede tener un ataque de pánico cuando se lo obliga a estar en un espacio pequeño y cerrado, si el ataque de pánico es demasiado grave podría incluso desmayarse o tener un síncope a causa de las emociones tan intensas y negativas que está experimentando.
A continuación vamos a hablar de los diferentes tipos de claustrofobia que existen. Si después de leer estos tipos te sientes identificado con alguno de ellos.... No pienses que es algo de tu personalidad o que se pasará solo. Lo ideal es que acudas a tu médico y le expliques qué te ocurre exactamente para que pueda valorar si necesitas o no atención mental. Recuerda que si tienes claustrofobia o sufres ansiedad de manera muy habitual, es más que probables que tu salud se vea resentida con el paso del tiempo. Tu salud física y tu salud mental están estrechamente ligadas.
Miedo a los pequeños lugares
La mayoría de los espacios cerrados conllevan un grado de atrapamiento mental y agobio. Algunos pacientes claustrofóbicos tienen miedo de todos los lugares pequeños o estrechos, mientras que otros solo temen a un tipo particular de lugar. Los más típicos incluyen coches, trenes, aviones, ascensores, cuartos pequeños, bodegas, cuevas, áreas concurridas y túneles.
Los pacientes claustrofóbicos a menudo también se niegan a someterse a pruebas de imágenes médicas como por ejemplo hacerse un TAC, porque los obliga a permanecer en un lugar estrecho durante un período de tiempo relativamente largo. El temor a la restricción puede hacer que algunos claustrofóbicos teman ciertas situaciones cotidianas, como las sillas de los peluqueros o esperar en filas porque ven la situación como algo limitado.
Miedo a los movimientos restringidos
Muchos claustrofóbicos tienen miedo de situaciones en las que sus movimientos son restringidos o limitados. Esto puede ser cierto incluso en una situación en la que hay mucho espacio alrededor de la persona. Un paciente claustrofóbico puede tener miedo de los paseos en la montaña rusa porque no puede moverse en el asiento.
De la misma manera, un claustrofóbico puede tener miedo de las multitudes porque la gente que hay a su alrededor le impide correr o moverse rápido. Esta condición puede ser tan grave que un paciente se puede negar a usar un yeso después de romperse un hueso.
Miedo a la sofocación
Muchas personas que temen estar dentro de lugares pequeños también temen la asfixia. Estos pacientes pueden creer que no hay suficiente oxígeno en la habitación en la que están ubicados. Muchos claustrofóbicos se quitan la ropa durante los ataques de pánico, ya que creen que esto les facilitaría la respiración. Algunos claustrofóbicos no pueden bucear porque temen la asfixia y pueden quitarse las máscaras de buceo incluso si están bajo el agua...
Si crees que alguna de estas cosas cuando te pasan te están quitando calidad de vida, tendrás que acudir a tu médico para que evalúe la gravedad.